¿Es Jesús el Arcangel Miguel?

24.12.2012 18:27

Los testigos de Jehová no son los únicos que identifican a Jesús con el Arcangel Miguel. Los Adventistas también propagan esta enseñanza. No obstante, a continuación, vamos a analizar los argumentos de La Sociedad Watchtower en las páginas 218 y 219 del Apéndice del libro "¿Qué enseña realmente la Biblia?":

 

EN LA Biblia hay solo unos cuantos pasajes donde se llama Miguel a cierto ser espiritual. Pero en todos ellos siempre aparece haciendo algo. En el libro de Daniel, está combatiendo contra ángeles malos; en la carta de Judas, está discutiendo con el Diablo, y en el libro de Revelación (o Apocalipsis), está guerreando contra Satanás y sus demonios. En efecto, siempre defiende la autoridad de Jehová como Rey y lucha contra los enemigos de Dios. De esta manera hace honor a su nombre, que significa “¿Quién Es Como Dios?”. Ahora bien, ¿quién es Miguel?

 

Antes de nada, recordemos que algunas personas tienen más de un nombre. Por ejemplo, a Jacob, que fue cabeza de una gran familia, también se le conoció como Israel, y al apóstol Pedro, como Simón (Génesis 49:1, 2; Mateo 10:2). De igual modo, la Biblia contiene indicaciones de que Miguel es otro nombre que recibe Jesucristo tanto antes de venir a la Tierra como después de regresar al cielo. Veamos qué razones encontramos en las Escrituras para llegar a esta conclusión.

 

Arcángel. La Palabra de Dios presenta a Miguel como “el arcángel” (Judas 9). Este término significa “ángel principal”. Notamos que a Miguel se le llama el arcángel, lo que da a entender que solo hay uno de estos ángeles. De hecho, la Biblia nunca emplea la palabra “arcángel” en plural, sino siempre en singular. Además, Jesús aparece relacionado con la labor de arcángel. Así lo vemos en 1 Tesalonicenses 4:16, donde se indica lo que hará el resucitado Jesucristo: “El Señor mismo descenderá del cielo con una llamada imperativa, con voz de arcángel”. Este pasaje dice que Jesús hablará con voz de arcángel. Por lo tanto, da a entender que el propio Jesús es el arcángel Miguel.

 

Comandante. La Biblia señala que “Miguel y sus ángeles combatieron con el dragón […] y sus ángeles” (Revelación 12:7). Es obvio que Miguel es el Comandante de un ejército de ángeles fieles. El libro de Revelación también presenta a Jesús como el Comandante de un ejército de ángeles fieles (Revelación 19:14-16). Y el apóstol Pablo menciona expresamente al “Señor Jesús” y “sus poderosos ángeles” (2 Tesalonicenses 1:7). Así pues, la Biblia habla tanto de Miguel y “sus ángeles” como de Jesús y “sus ángeles” (Mateo 13:41; 16:27; 24:31; 1 Pedro 3:22). La Palabra de Dios no dice en ningún lugar que existan dos ejércitos de ángeles fieles, uno dirigido por Miguel y otro por Jesús. Por lo tanto, es lógico llegar a la conclusión de que Miguel es nada menos que Jesucristo desempeñando sus funciones en el cielo.

 

Los argumentos que presentan los testigos de Jehová, no constituyen una prueba irrefutable para afirmar que el Hijo de Dios es el Arcangel Miguel. El hecho de que a Jesús se le mencione descendiendo con "voz de Arcangel" (1 Tes 4:16), no significa que él sea Arcangel, porque  también este mismo texto dice que lo hace "con trompeta de Dios". Si por el hecho de descender "con voz de Arcangel" se le iguala  al Arcangel, entonces por hacerlo "con trompeta de Dios", habría que igualarlo a Dios. Y esto los testigos de Jehová rechazan. En realidad el libro del profeta Daniel sugiere que el Hijo de Dios no es el Arcangel Miguel.

 

En el capítulo 10 del libro profético de  Daniel, se dice:

4 Y en el día veinticuatro del primer mes, mientras sucedía que yo mismo estaba en la ribera del gran río, es decir, Hidequel, 5 también procedí a levantar los ojos y ver, y aquí estaba cierto hombre vestido de lino, con sus caderas ceñidas con oro de Ufaz. 6 Y su cuerpo era como crisólito, y su rostro como la apariencia del relámpago, y sus ojos como antorchas de fuego, y sus brazos y el lugar de sus pies eran como la vista de cobre bruñido, y el sonido de sus palabras era como el sonido de una muchedumbre. 7 Y yo vi, yo Daniel por mí mismo, el aparecimiento; pero en cuanto a los hombres que se hallaban conmigo, no vieron el aparecimiento. No obstante, hubo un gran temblor que cayó sobre ellos, de modo que se pusieron a correr y esconderse.

8Y a mí... a mí se me dejó solo, de modo que vi este gran aparecimiento. Y no quedó en mí ningún poder, y mi propia dignidad llegó a cambiarse sobre mí hasta arruinamiento, y no retuve ningún poder. 9 Y empecé a oír el sonido de sus palabras; y al oír el sonido de sus palabras, sucedió que también me hallé profundamente dormido sobre mi rostro, rostro a tierra.10Y, ¡mire!, hubo una mano que me tocó, y gradualmente me agitó para [que me pusiera] sobre las rodillas y las palmas de las manos. 11 Y procedió a decirme:

Oh Daniel, hombre muy deseable, ten entendimiento en las palabras que te hablo, y ponte de pie donde estabas parado, porque ahora he sido enviado a ti”.

Y cuando él habló conmigo esta palabra, sí me puse de pie, retemblando.

12Y pasó a decirme: “No tengas miedo, oh Daniel, porque desde el primer día que diste tu corazón a entender y a humillarte delante de tu Dios tus palabras han sido oídas, y yo mismo he venido a causa de tus palabras.13Pero el príncipe de la región real de Persia estuvo plantado en oposición a mí por veintiún días, y, ¡mira!, Miguel, uno de los príncipes prominentes, vino a ayudarme; y yo, por mi parte, permanecí allí al lado de los reyes de Persia.14Y he venido a hacer que disciernas lo que acaecerá a tu pueblo en la parte final de los días, porque es una visión todavía para los días [venideros]”.

15Ahora bien, cuando me habló palabras como estas, yo me había puesto rostro a tierra y había enmudecido.16Y, ¡mire!, uno parecido a la semejanza de los hijos de la humanidad estaba tocando mis labios, y empecé a abrir la boca y hablar y decir al que estaba de pie enfrente de mí: “Oh mi señor, debido al aparecimiento mis convulsiones fueron vueltas dentro de mí, y no retuve ningún poder.17Así que, ¿cómo podría el siervo de este mi señor hablar con este mi señor? Y en cuanto a mí, hasta ahora no siguió subsistiendo en mí ningún poder, y ningún aliento en absoluto quedó en mí”.

18Y aquel como la apariencia de un hombre terrestre procedió a tocarme de nuevo y a fortalecerme.19Entonces dijo: “No tengas miedo, oh hombre muy deseable. Ten paz. Sé fuerte, sí, sé fuerte”. Y tan pronto como habló conmigo ejercí mi fuerza y finalmente dije: “Hable mi señor, porque me has fortalecido”.20Así que pasó a decir:

¿Sabes realmente por qué he venido a ti? Y ahora regresaré a pelear con el príncipe de Persia. Cuando yo vaya saliendo, ¡mira!, también el príncipe de Grecia viene.21No obstante, te informaré las cosas apuntadas en la escritura de la verdad, y no hay nadie que resulte fuerte conmigo en estas [cosas] sino Miguel, el príncipe de ustedes.

 

Después de leer estos versículos, es claro que a partir del versículo 4 Daniel ve a un hombre vestido de lino que tiene características similares a aquel hombre que vio el Apostol Juan en Revelación capítulo 1:

 

12Y me volví para ver la voz que hablaba conmigo, y, habiéndome vuelto, vi siete candelabros de oro,13y en medio de los candelabros a alguien semejante a un hijo de hombre, vestido de una prenda de vestir que llegaba hasta los pies, y ceñido por los pechos con un cinturón de oro.14Además, su cabeza y su cabello eran blancos como lana blanca, como nieve, y sus ojos como una llama de fuego;15y sus pies eran semejantes al cobre fino cuando fulgura en el horno; y su voz era como el sonido de muchas aguas.16Y en su mano derecha tenía siete estrellas, y de su boca salía una aguda espada larga de dos filos, y su semblante era como el sol cuando resplandece en su poder.17Y cuando lo vi, caí como muerto a sus pies.

Y él puso su mano derecha sobre mí y dijo: “No tengas temor. Yo soy el Primero y el Último,18y el viviente; y llegué a estar muerto, pero, ¡mira!, vivo para siempre jamás, y tengo las llaves de la muerte y del Hades.

 

Todo el mundo entiende que Juan vio a Jesús glorificado en este texto. Entonces, es muy probable que este hombre que vio Daniel sea también Jesús, y este se haya referido a Miguel en tercera persona diciendo que es "uno de los príncipes prominentes". Entonces, si este "hombre vestido de lino" es Jesús, y notando que este mismo  habló de Miguel en tercera persona, es lógico pensar que Miguel no es Jesús. Note también que Miguel no es el único príncipe prominente, sino uno entre otros más. Si Miguel fuera "el Hijo de Dios", este "hombre vestido de lino" no lo habría llamado "uno de los príncipes prominentes", sino "el príncipe más prominente".

 

Este hombre vestido de lino (muy probablemente Jesús), también es mencionado en Daniel 12 : 6,7:

 

6 Entonces uno dijo al hombre vestido del lino, quien estaba arriba sobre las aguas de la corriente: “¿Cuánto pasará hasta el fin de las cosas maravillosas?”.7Y empecé a oír al hombre que estaba vestido del lino, quien estaba arriba sobre las aguas de la corriente, mientras él procedió a levantar la [mano] derecha y la [mano] izquierda a los cielos y a jurar por Aquel que está vivo para tiempo indefinido: “Será por un tiempo señalado, tiempos señalados y medio. Y tan pronto como haya habido un fin del hacer añicos el poder del pueblo santo, todas estas cosas llegarán a su fin”.

 

Sobre este hecho algunos comentaristas dicen lo siguiente:

 

Edward Young observó: "La descripción parece probar que la persona majestuosa presentada aqui no es otro sino el propio Señor. El Apocalipsis es una teofanía, una revelación sobrehumana del Hijo Eterno. Esto es evidenciado por la descripción muy semejante (Rev. 1:13-15) de aquel a quien Juan ve andando entre los candelabros de oro." (UN COMENTARIO SOBRE DANIEL, pág. 225)

 

C. F. Keil e E. Delitzsch hicieron la misma observación. Ellos escribieron que lo que Daniel vio "no era un angel principesco común, sino una manifestación del LOGOS de JEHOVÁ. Esto se compara, fuera de toda duda con el Apocalipsis 1:13-15, donde la figura del Hijo del hombre visto por Juan parece ir en medio de siete candelabros de oro descritos en la revelación gloriosa que fue vista por Ezequiel y Daniel" (COMENTARIO SOBRE EL ANTIGUO TESTAMENTO, Vol. 9:3, pág. 410)