Los Testigos de Jehová y el Nombre Divino

 

 

No hay peor cosa para un grupo religioso que creerse dueños de la verdad y condenar a todos los que no piensan como ellos. Quienes actúan así, siempre caen en graves contradicciones. Por ejemplo, en la revista La Atalaya del 15 de Enero del 2011, en un artículo titulado “Refugiémonos en el nombre de Jehová”, los testigos de Jehová declaran lo siguiente en los párrafos 8 y 9:

 

8 Podemos trazar un paralelo entre aquellos cristianos del siglo primero y los que servimos a Dios en la actualidad. Ellos acudieron al refugio que les proporcionó Jehová, y nosotros tendremos que hacer lo mismo. En nuestro caso, sin embargo, no será necesario que huyamos a cierto punto geográfico, pues estamos dispersos por todo el mundo. Aun así, el pueblo de Dios —formado por “los escogidos” y sus leales compañeros— sobrevivirá físicamente a la destrucción de la apóstata cristiandad si se refugia en Jehová y su organización, simbolizada en la Biblia por una montaña.

 

9 La cristiandad, por su parte, tiene bien merecida la destrucción que le sobrevendrá, pues ha fomentado la ignorancia espiritual entre sus feligreses y ha demostrado odio por el nombre divino. En la Edad Media era muy común ver en Europa ese ilustre nombre, representado por las cuatro letras hebreas conocidas como Tetragrámaton y transliterado habitualmente YHWH (o JHVH). Aparecía en monedas, en muchos libros y biblias, en fachadas de casas e incluso en iglesias católicas y protestantes. En cambio, en fechas más recientes, la tendencia ha sido suprimirlo en las traducciones bíblicas y en otros ámbitos. Sirva como ejemplo la “Carta a las Conferencias Episcopales sobre ‘el Nombre de Dios’”, emitida el 29 de junio de 2008 por la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos. En ella, la Iglesia Católica recomendó que, en vez de utilizar alguna de las diversas pronunciaciones del Tetragrámaton, se empleara el sustituto “Señor”. El Vaticano dio instrucciones de no utilizar el nombre propio de Dios ni pronunciarlo en los cantos y rezos durante el culto. Y los líderes de otras confesiones religiosas, tanto en la cristiandad como fuera de ella, también han ocultado la identidad del Dios verdadero a millones de personas.

 

Aunque La Iglesia Católica tiene mucho que responder por los pecados de sus miembros, esta acusación por parte de los testigos de Jehová es exagerada y carece de fundamento. Lo peor de todo es que es deshonesta. Ni la Iglesia Católica, ni la mayoría de las Iglesias Protestantes, ni los líderes religiosos Judíos, tienen odio por el nombre de Dios. Y sin embargo, todos ellos acostumbran sustituir el nombre de Dios por el título “Señor”. La revista La Atalaya menciona arriba una “Carta a las Conferencias Episcopales sobre ‘el Nombre de Dios’”, donde la Iglesia Católica sugiere sustituir el Tetragrámaton (YHWH=Yavé) por “Señor”, cuando se lee durante las ceremonias de la Iglesia. No es por odio al nombre divino que lo recomienda, sino por seguir una costumbre que no solo se remonta al Judaismo del Segundo Templo, sino a una práctica seguida también por los Apóstoles de Jesucristo. Vamos a citar una porción de la mencionada carta donde se justifica esta práctica:

 

La venerable tradición bíblica de la Sagrada Escritura, conocida como Antiguo Testamento, presenta una serie de denominaciones divinas entre las que se encuentra el nombre sagrado de Dios revelado en el tetragrama YHWH (""). Como expresión de la infinita grandeza y majestad de Dios, se consideraba impronunciable y por eso se ha reemplazado durante la lectura de la Sagrada Escritura por el uso de un nombre alternativo: “Adonai”, que significa “Señor”.

 

La traducción griega del Antiguo Testamento, la llamada Septuaginta, que data de los últimos siglos previos a la era cristiana, traduce el tetragrama hebreo con la palabra griega Kyrios, que significa “Señor”. Dado que el texto de la Septuaginta constituyó la Biblia de la primera generación de cristianos de habla griega, en cuya lengua fueron escritos también todos los libros del Nuevo Testamento, desde el principio, esos cristianos nunca pronunciaron el tetragrama divino. Algo similar sucedió con los cristianos de habla latina, cuya literatura comenzó a surgir a partir del segundo siglo, como lo manifiesta primero la Vetus Latina y, después, la Vulgata de San Jerónimo: también en estas traducciones el tetragrama era reemplazado por la palabra latina “Dominus”, que correspondía tanto al hebreo Adonai como al griego Kyrios. Lo mismo vale para la reciente Neo-Vulgata que la Iglesia emplea en la Liturgia.

 

Este hecho ha tenido importantes implicaciones para la Cristología del Nuevo Testamento. Cuando san Pablo escribe, con respecto a la Crucifixión, que: “Dios lo exaltó y le otorgó el Nombre que está sobre todo nombre” (Flp 2, 9), se refiere al nombre “Señor”, ya que continúa: “y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor” (Flp 2, 11; cf. Is 42, 8: “Yo Soy el Señor, ése es mi nombre”). La atribución de este título a Cristo Resucitado corresponde exactamente a la proclamación de su divinidad. De hecho, el título del Dios de Israel y del Mesías de la fe cristiana se hace intercambiable, incluso cuando no es uno de los títulos usados para el Mesías de Israel. En un sentido estrictamente teológico, este título se encuentra, por ejemplo, ya en el primer Evangelio canónico (cf. Mt 1, 20: “El Ángel del Señor se apareció a José en un sueño”) y se ve como una regla en las citas del Antiguo Testamento en el Nuevo Testamento (cf. Hch 2, 20: “El sol se convertirá en tinieblas… antes de que llegue el Día del Señor” (Joel 3, 4); 1P 1, 25: “La Palabra del Señor permanece por siempre” (Is 40, 8)). Sin embargo, en un sentido estrictamente cristológico, además del citado texto de Filipenses 2, 9-11, podemos recordar Romanos 10, 9 (“Si confiesas con tu boca que Jesús es Señor, y crees en tu corazón que Dios lo resucitó de entre los muertos, serás salvo”), 1 Cor 2, 8 (“no habrían crucificado al Señor de la Gloria”), 1 Cor 12, 3 (“Nadie puede decir ‘Jesús es Señor’, sino con el Espíritu Santo”), y la frecuente fórmula referente al cristiano que vive “en el Señor” (Rm 16, 2; 1Cor 7, 22; 1Tes 3, 8; etc.)

 

Aunque el nombre YHWH era muy usado durante el período del Primer Templo, es decir, antes de ser destruído el Templo de Salomón, después dejó de usarse. Esto ocurrió casi 4 o 3 siglos antes de Cristo, cuando se estableció una prohibición que se menciona en el Talmud (comentario sobre la tradición judía, llamada Misdra). Esta prohibición decía que el Tetragrámaton sólo podía ser pronunciado por el Sumo Sacerdote el día de la Expiación y dentro del Santo de los Santos. La prohibición de usarlo viene del hecho de que cuando un pueblo conquistaba a otro lo primero que hacia era borrar o desacrar el nombre del Dios local y los Rabinos no querían ni la posibilidad de que esto ocurriera, pues no era el nombre lo que iban a profanar, sino la esencia de DIOS. Esto lo reconocen los testigos de Jehová que editan las revistas La Atalaya y Despertad. Por ejemplo, en la Despertad del 22 de Enero del 2004, en su artículo, “La lucha contra el nombre divino”, se relata cómo fue condenado por los romanos, en el siglo II de nuestra era, el erudito Judío JANANIÁ BEN TERADIÓN:

 

Aunque los responsables de la brutal ejecución de Ben Teradión fueron los romanos, el Talmud* afirma que “recibió la pena de la hoguera por haber pronunciado el Nombre con todas sus letras”. Como vemos, sus contemporáneos judíos consideraban un gravísimo pecado pronunciar el nombre propio de Dios.

 

Después el mismo artículo de la revista dice:

 

Según parece, durante los siglos I y II de nuestra era arraigó entre los judíos una superstición sobre el empleo del nombre divino. La Misná (colección de comentarios rabínicos que se convirtió en el fundamento del Talmud) afirma que “el que pronuncia el nombre de Dios con sus letras” no tendrá parte en el futuro paraíso terrenal que promete el Creador.....La Encyclopaedia Judaica indica que “la negativa a pronunciar el nombre YHWH [...] se debía a una interpretación errónea del tercer mandamiento”. Dicho precepto del Decálogo, que Dios otorgó a los israelitas, estipulaba: “No debes tomar el nombre de Jehová tu Dios de manera indigna, porque Jehová no dejará sin castigo al que tome su nombre de manera indigna” (Éxodo 20:7). Como vemos, se tergiversó este decreto divino contra el uso indebido del nombre y se convirtió en una superstición.

 

Esto indicaría que si los cristianos primitivos hubieran pronunciado frecuentemente el nombre YHWH, los judíos habrían tenido una razón más para considerarlos blasfemos. Sin embargo no se ha reportado tal acusación. Lo que  muestra que es poco probable que ellos usaran el nombre divino como lo hacen los testigos de Jehová actualmente.

 

Volviendo a la citada carta de la Iglesia Católica, podemos ver que ha fundamento bien su postura basada en la tradición seguida por la Iglesia primitiva. Los cristianos primitivos usaban en su mayoría la versión griega del Antiguo Testamento, llamada Septuaginta. La mayoría de las copias de esta traducción que circulaban en el siglo I, que es siglo de los apóstoles, sustituían el Tetragrámaton por la palabra Kyrios. Aunque en el Nuevo Testamento, no todas las citas del Antiguo Testamento provienen de la Septuaginta, sino también de manuscritos en Hebreo o Arameo, todas las evidencias apuntan a que los manuscritos originales del Nuevo Testamento siguieron la práctica común de aquella época, a saber, de no incluir el Tetragrámaton. No se ha encontrado nunca un manuscrito del Nuevo Testamento que contenga el nombre Hebreo YHWH. Entonces, ¿por qué afirman los testigos de Jehová que Dios destruirá a los sustituyen su NOMBRE? En relación a la antes citada carta de la Iglesia Católica, una edición de la revista La Atalaya dice:

 

 

Para justificar su postura, la carta apela a la “tradición inmemorial” del catolicismo. Afirma que ya en la Septuaginta —versión de las Escrituras Hebreas traducida al griego en tiempos precristianos—, el nombre divino se sustituía por el término griego Kýrios, que significa “Señor”. Insiste, por tanto, en que los cristianos “desde el principio nunca pronunciaron el divino tetragrammaton”. Sin embargo, no menciona la existencia de pruebas sólidas que indican lo contrario. Varias de las copias más antiguas que se conservan de la Septuaginta contienen, en numerosas ocasiones, el nombre divino en la forma hebrea, y no Kýrios. Esto indica que los discípulos de Cristo del siglo primero conocían el nombre de Dios y lo pronunciaban. El propio Jesús dijo en una oración a su Padre: “Les he dado a conocer tu nombre” (Juan 17:26). Y en la conocida oración que nos dejó como modelo, hizo esta petición: “Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre” (Mateo 6:9). En efecto, se espera que los cristianos deseen que el nombre de Dios sea respetado y santificado. En contraste, los intentos del Vaticano de eliminar el uso del nombre divino deshonran a Jehová, quien dijo: “Éste es mi nombre para siempre, por él seré recordado generación tras generación” (Éxodo 3:15, Biblia de Jerusalén Latinoamericana [BJL]).(La Atalaya, 1 de Abril del 2009, artículo: “El Vaticano quiere eliminar el uso del nombre divino”)

 

Es cierto que se han encontrado en el siglo XX, porciones de la Septuaginta que datan del siglo I, donde aparece el Tetragrámaton. Jerónimo, cristiano erudito del siglo V, menciona en su “Prologus Galeatus”, que algunos manuscritos de la Septuaginta contienen el nombre YHWH. En todo caso, esto no prueba que “los discípulos de Cristo del siglo primero” pronunciaban el nombre de Dios, ni que usaran aquellas versiones de la Septuaginta donde aparece el Tetragrámaton. Si la norma popular era que esto debía ser reservado sólo para el sumo sacerdote, es poco probable que los cristianos hubieran pronunciado el NOMBRE en público. Si ellos hubieran incluído el nombre YHWH en los Manuscritos originales del Nuevo Testamento, ¿por qué no fueron enfáticos en preservarlo?. Es interesante mencionar lo que Raymond Franz, ex miembro del cuerpo gobernante de los testigos de Jehová, nos dice sobre esto en su libro “En Busca de la Libertad Cristiana”, en el capítulo 14 “Un Pueblo para su Nombre”:

 

La posición de la Sociedad Watch Tower es notablemente inconsistente. Por un lado, la Sociedad sostiene que los escritores de las Escrituras Cristianas incluyeron originalmente alguna forma del Tetragrámaton en sus escritos. Por otro lado, la Sociedad reconoce repetidamente que esas Escrituras Cristianas fueron preservadas con exactitud notable. Su publicación Perspicacia para comprender las Escrituras, volumen 2, página 298, cita al Profesor Kurt Aland al afirmar:

 

. . . el texto del Nuevo Testamento se ha transmitido de forma excelente, mejor que cualquier otro escrito de tiempos antiguos; la posibilidad de que aún se encuentren manuscritos que alteren el texto es absolutamente cero.

 

....Así, un artículo de la revista ¡Despertad! de 8 de mayo de 1985 (página 14) dice que, puesto que Dios inspiró los escritos originales “Es lógico pensar que Él supervisaría la transmisión fiel de su Palabra hasta nuestros días.”

 

El problema aquí es que la organización refuta su propia postura en sus alegaciones con respecto, no a alguna omisión o variación trivial, sino con relación a algo que ellos ven como uno de los aspectos más importantes de las Escrituras, el nombre representado por el Tetragrámaton. Porque ellos dicen, en efecto, que Dios, quien ejerció su influencia divina para preservar el texto griego de las Escrituras Cristianas de forma que es “una maravilla de transmisión exacta”, al mismo tiempo fracasó en hacer que se preservase el nombre “Jehová” en siquiera una de las 5.000 copias de los manuscritos antiguos de esas Escrituras Cristianas. Si la tremenda importancia que la organización le otorga al Tetragrámaton tiene base sólida, ¿cómo pudo suceder esto?

.......

Al condenar a los que clasificaría como “apóstatas”, la revista La Atalaya cita como una “prueba” de su “apostasía” el que ellos no le dan la misma importancia al uso del nombre “Jehová” que le da la organización de los Testigos. Además de lo que ya se ha presentado aquí, existe mucha más evidencia que muestra que, si fuese correcta la utilización que hace la organización Watch Tower de ese término, y ejemplificase el modo apropiado de honrar del “nombre” de Dios, entonces esto mismo convertiría a Cristo y sus apóstoles en “apóstatas”.

......

En comparación con las 6.800 o más referencias a “Jehová”, las Escrituras Hebreas precristianas contienen solamente unos doce casos donde se hace referencia a Dios como “Padre”. Aun en esos casos, se utiliza ese término principalmente con referencia a la relación de Dios con Israel como pueblo, y no a su relación con los individuos.

 

Es, pues, solamente con la venida del Hijo de Dios y la revelación que hizo de su Padre, que se manifiesta esta relación íntima. La Traducción del Nuevo Mundo de las Escrituras Cristianas inserta el nombre “Jehová” 237 veces en esos escritos, haciéndolo sin base sólida. No obstante, incluso con esta introducción esencialmente arbitraria de algo que no se encuentra en los manuscritos antiguos de las Escrituras Cristianas, la referencia a Dios como “Padre” es todavía mucho más prominente, pues se hace mención a Él como “Padre” unas 260 veces en esos escritos cristianos—sin necesidad alguna de una introducción arbitraria de ese término por parte de los traductores.

 

En contraste con la práctica común entre los Testigos de Jehová cuando se dirigen a Dios en oración, Jesús no se dirigió a Él nunca como “Jehová”, sino siempre como “Padre” (empleando esta expresión seis veces en tan solo su oración final con sus discípulos). Incluso en la Traducción del Nuevo Mundo, en ninguna de sus oraciones Jesús se dirige a su padre como Jehová”. Por consiguiente, cuando ora a su Padre y le dice: “Padre, glorifica tu nombre”, es evidente que el término “nombre” se utiliza aquí en un sentido más completo y profundo, como representando a la Persona misma. De otro modo, sería inexplicable la ausencia total de un apelativo específico como “Jehová” en las oraciones de Jesús. Cuando estaba con sus discípulos en la noche anterior a su muerte, tanto al hablar con ellos como en una larga oración Jesús se refirió al “nombre” de Dios cuatro veces. Sin embargo, durante toda esa noche, llena de consejos y exhortaciones a sus discípulos, y en oración, no se encuentra referencia alguna a que Él hubiese utilizado el nombre “Jehová”. Más bien, empleó de manera consistente la designación “Padre”, ¡haciéndolo alrededor de cincuenta veces! Cuando murió al día siguiente, el no exclamó el nombre “Jehová”, sino que dijo: “Dios mío, Dios mío”, y en sus palabras finales dijo: “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”. Como cristianos, ¿el ejemplo de quién debemos seguir? ¿El de una confesión religiosa del siglo veinte, o el que manifestó el Hijo de Dios en un momento tan crucial?

 

Las Versiones Hebreas del Nuevo Testamento

 

Tal como hemos visto, los Testigos de Jehová afirman que en los Manuscritos originales del Nuevo Testamento sí tenían el nombre divino YHWH. Ellos argumentan que fueron cristianos apóstatas quienes lo sustituyeron por los títulos griegos: Kyrios (Señor) o Theos (Dios). Sin embargo, ya que no tenemos los manuscritos originales, ni se ha encontrado una copia que pruebe esto, los testigos de Jehová se han aventurado en la tarea de “restituir” el NOMBRE en su traducción del Nuevo Testamento. En la traducción bíblica de los Testigos de Jehová, llamada La Traducción del Nuevo Mundo, especialmente en su edición con referencias, dice en la página 1563:

 

A través de los siglos se han hecho muchas traducciones de porciones de las Escrituras Griegas Cristianas, o de todas ellas, al hebreo. Esas traducciones, designadas en esta obra mediante “J” con un número volado, han restituido el nombre divino a varios lugares de las Escrituras Griegas Cristianas inspiradas. Han restituido el nombre divino al texto no solo al llegar a citas de las Escrituras Hebreas, sino también en otros lugares donde los versículos lo exigen.

 

Para saber dónde fue reemplazado con las palabras griegas Κύριος y Θεός el nombre divino, hemos determinado dónde han citado versículos, pasajes y expresiones de las Escrituras Hebreas los escritores cristianos inspirados, y entonces nos hemos remitido al texto hebreo para ver si el nombre divino aparece allí o no. De esta manera hemos determinado la identidad que se ha de dar a Ký·ri·os y The·ós, y con qué personalidad relacionarlos.

 

Para no pasarnos de los límites del traductor al campo de la exégesis, hemos obrado con gran cautela respecto a verter el nombre divino en las Escrituras Griegas Cristianas, y siempre hemos considerado cuidadosamente las Escrituras Hebreas como fondo o antecedente. Hemos buscado acuerdo con nosotros en las versiones hebreas para confirmar nuestra traducción. Hemos hallado respaldo de las versiones hebreas para los 237 casos en que hemos restituido a su lugar el nombre divino en las Escrituras Griegas Cristianas.

 

Podemos ver que la fuente en que se sustentan los testigos para “restituir” el nombre divino en el Nuevo Testamento, son versiones Hebreas que se han basado en los manuscritos Griegos. El Nuevo Testamento fue escrito en Griego y no en Hebreo. Ningún mansucrito de los mansucritos griegos que conocemos contiene el Tetragrámaton. Y menos las traducciones antiguas hechas en Latin. Por consiguiente, si después de más de 1000 años de haberse compuesto el Nuevo Testamento, se decide insertar el nombre divino en traducciones a la lengua Hebrea, esto en nada prueba que los originales en Griego lo contenían. Sin embargo, éstas son las versiones Hebreas en las que la Watchtower se apoya, a pesar de que la más antigua data del año 1385. A todas éstas obras, la Biblia con Referencias de los testigos de Jehová las designa con una “J”. A continuación las listamos, tal como aparecen en la Introducción de ésta Biblia:

 

J1 Mateo, heb., publicado por J. du Tillet, con una traducción lat. por J. Mercier, París, 1555.

 

J2 Mateo, heb., incorporado como capítulo separado en ’É·ven bó·chan [“Piedra Probada”], de Shem-Tob ben Isaac Ibn Shaprut, 1385. Mss de los siglos XVI y XVII, Jewish Theological Seminary, Nueva York.

 

J3 Mateo y Hebreos, heb. y lat., por Sebastian Münster, Basilea, 1537 y 1557 respectivamente.

 

J4 Mateo, heb., por J. Quinquarboreus, París, 1551.

 

J5 Evangelios litúrgicos, heb., por F. Petri, Wittemberg, 1573.

 

J6 Evangelios litúrgicos, en alemán, lat., gr. y heb., por Johann Clajus, Leipzig, 1576.

 

J7 Escrituras Griegas Cristianas en 12 idiomas, entre ellos heb., por Elias Hutter, Nuremberg, 1599.

 

J8 Escrituras Griegas Cristianas, heb., por William Robertson, Londres, 1661.

 

J9 Evangelios, heb. y lat., por Giovanni Battista Jona, Roma, 1668.

 

J10 The New Testament [...] in Hebrew and English, por Richard Caddick, tomos I-III, de Mateo a 1 Corintios, Londres, 1798-1805.

 

J11 Escrituras Griegas Cristianas, heb., por Thomas Fry y otros, Londres, 1817.

 

J12 Escrituras Griegas Cristianas, heb., por William Greenfield, Londres, 1831.

 

J13 Escrituras Griegas Cristianas, heb., por A. McCaul, M. S. Alexander, J. C. Reichardt y S. Hoga, Londres, 1838.

 

J14 Escrituras Griegas Cristianas, heb., por J. C. Reichardt, Londres, 1846.

 

J15 Lucas, Hechos, Romanos y Hebreos, heb., por J. H. R. Biesenthal, Berlín, 1855, 1867, 1853 y 1858 respectivamente.

 

J16 Escrituras Griegas Cristianas, heb., por J. C. Reichardt y J. H. R. Biesenthal, Londres, 1866.

 

J17 Escrituras Griegas Cristianas, heb., por Franz Delitzsch, Londres, ed. de 1981.

 

J18 Escrituras Griegas Cristianas, heb., por Isaac Salkinson y C. D. Ginsburg, Londres.

 

J19 Juan, heb., por Moshe I. Ben Maeir, Denver, Colorado, 1957.

 

J20 A Concordance to the Greek Testament, por W. F. Moulton y A. S. Geden, cuarta ed., Edimburgo, 1963.

 

J21 The Emphatic Diaglott (interlineal griego-inglés), por Benjamin Wilson, Nueva York, 1864, reimpresión por Watch Tower Bible and Tract Society, Brooklyn, 1942.

 

J22 Escrituras Griegas Cristianas, heb., por United Bible Societies, Jerusalén, 1979.

 

J23 Escrituras Griegas Cristianas, heb., por J. Bauchet, Roma, 1975.

 

J24 A Literal Translation of the New Testament [...] From the Text of the Vatican Manuscript, por Herman Heinfetter, Londres, 1863.

 

J25 St. Paul’s Epistle to the Romans, por W. G. Rutherford, Londres, 1900.

 

J26 Salmos y Mateo 1:1–3:6, heb., por Anton Margaritha, Leipzig, 1533.

 

J27 Die heilige Schrift des neuen Testaments, por Dominik von Brentano, tercera ed., Viena y Praga, 1796.

 

J28 The New Covenant Commonly Called The New Testament—Peshitta Aramaic Text With a Hebrew Translation, publicado por The Bible Society, Jerusalén, 1986.

 

Note que todas estas obras son del segundo milenio después de Cristo. Por lo tanto, el hecho de que en éstas obras los autores hayan insertado el Tetragrámaton en el Nuevo Testamento, no constituye una prueba de que en los manuscritos griegos originales del siglo I lo tuvieran. Los manuscritos griegos que actualmente son de mayor autoridad, datan en su mayoría del siglo IV, y existen porciones del siglo II. Ninguna de ellas contiene el Tetragrámaton.

 

Jesús como KYRIOS (SEÑOR)

 

La carta de la Iglesia Católica correctamente dice que “La atribución de este título a Cristo Resucitado corresponde exactamente a la proclamación de su divinidad”. Este es un hecho que no reconocen los Testigos de Jehová. Sin embargo, con la Biblia de los Testigos de Jehová podemos probar esto. Veamos el Salmo 110:1-5:

 

110 La expresión de Jehová a mi Señor es:

Siéntate a mi diestra hasta que coloque a tus enemigos como banquillo para tus pies”.

 

2 La vara de tu fuerza Jehová enviará desde Sión, [diciendo:]

 

Ve sojuzgando en medio de tus enemigos”.

 

3 Tu pueblo se ofrecerá de buena gana en el día de tu fuerza militar.

 

En los esplendores de la santidad, desde la matriz del alba,

 

tienes tu compañía de hombres jóvenes justamente como gotas de rocío.

 

4 Jehová ha jurado (y no sentirá pesar):

 

¡Tú eres sacerdote hasta tiempo indefinido a la manera de Melquisedec!”.

 

5 Jehová mismo a tu diestra ciertamente hará pedazos a reyes en el día de su cólera.

 

 

Noten que quien escribe este Salmo es David, y dice en el versículo 1 que Jehová le dijo a su Señor que se siente a su diestra. Entonces, el Señor de David está a la diestra de Jehová. Después el versículo 5 quien está a la diestra de Jehová es llamado también Jehová, ya que dos no pueden estar al mismo tiempo a la diestra del otro. No obstante, eso no es lo que dice la Traducción Reina Valera de 1960. En el versículo 5 ésta dice:

 

El Señor está a tu diestra; Quebrantará a los reyes en el día de su ira.

 

Entonces, hay una contradicción. ¿Por qué los testigos de Jehová insertaron “Jehová” en el versículo 5, cuando las demás versiones Bíblicas tienen la palabra “Señor”?. Para entender esta diferencia leamos lo que dice una edición de La Atalaya del 2007:

 

LAS Escrituras Hebreas se completaron a finales del siglo V antes de nuestra era. En los siglos que siguieron hubo eruditos judíos —sobre todo los soferim y, posteriormente, los masoretas— que fueron meticulosos custodios del texto hebreo, compilado en rollos. (La Atalaya, 15 de Marzo del 2007, artículo: “Los Antiguos Escribas y la Palabra de Dios”)

 

Sin embargo, esto no es exáctamente así, ya que en su diccionario bíblico, los testigos de Jehová dicen:

 

Seguramente para principios de la era común, los rabinos judíos habían llegado a considerar que el nombre divino, YHWH, era demasiado sagrado para pronunciarlo. Por eso lo sustituían por ʼAdho·nái (algunas veces ʼElo·hím) cuando leían en voz alta las Escrituras. Los soferim o escribas fueron aún más allá, y reemplazaron el nombre divino en el texto escrito por ʼAdho·nái en 134 ocasiones (133 en la Biblia Hebraica Stuttgartensia). Los masoretas copiaron el texto bíblico con gran cuidado entre los siglos V y IX E.C. Anotaron en la masora (sus notas sobre el texto) dónde habían hecho tales cambios los soferim. Por este motivo se conocen estos 134 cambios. (Véase la lista en el apéndice de NM, pág. 1560.) Teniendo esto en cuenta, el nombre ʼAdho·nái aún aparece en otros 306 lugares en el texto original. (Perspicacia, Volumen 2, “Señor”, páginas 1001-1003)

 

Esto indica que los testigos de Jehová, siguiendo éstas anotaciones de los masoretas, han restituído el nombre divino en el Salmo 110:5. Si éstas anotaciones representan lo que realmente sucedió, significaría que los soferim se sintieron incómodos al tener a YHWH a la derecha de YHWH. No obstante, para los cristianos primitivos esto no era un problema. Ellos símplemente transmitieron, sin usar el nombre divino, que Jesús era Señor al igual que Dios el Padre. Esto ya lo identifica con YHWH mismo. Note lo que dijo el Apóstol Pedro respecto al Salmo 110:

 

Porque David no subió a los cielos; pero él mismo dice: Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi diestra, Hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies. Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo. (Hechos 2: 34-36; Reina Valera 1960)

 

Para los cristianos llamar a Cristo “Señor” ya era igualarlo a Dios, y esto enfurecía a los Judíos.

 

En Hebreos 1:10, se nos declara que el Padre llama al Hijo de “Señor”, reconociendo su papel en la creación:

 

Y: “Tú en [el] principio, oh Señor, colocaste los fundamentos de la tierra misma, y los cielos son [las] obras de tus manos. (Hebreos 1:10, Traducción del Nuevo Mundo.)

 

¿Cómo podría ser que Dios el Padre llame a su Hijo “Señor”?. ¿Sería razonable concluir que el Hijo es Señor del Padre? Aqui el autor de la carta a los Hebreos cita de la Septuaginta, que en la Biblia Hebrea es el Salmo 102, especialmente de los versículos 24 y 25. Este Salmo comienza así en la Biblia Hebrea:

 

Oh Jehová, de veras oye mi oración; y llegue a ti mi propio clamor por ayuda. (Salmo 102:1; Traducción del Nuevo Mundo)

 

Pero en la Septuaginta dice:

 

Oh Señor, escucha mi oración; y permite que mi clamor llegue a tí (Septuaginta, Salmo 102:1)

 

Note que en este Salmo, el título “Señor” es un equivalente del nombre divino YHWH. Entonces, no es que el Padre declare que su Hijo es su Señor, más bien, el Padre está identificando a su Hijo con su propio NOMBRE. Por lo tanto, si los testigos de Jehová quisieran darle la esencia a la palabra “Señor” en Hebreos 1:10, deberían escribirlo así:

 

Y: “Tú en [el] principio, oh Jehová, colocaste los fundamentos de la tierra misma, y los cielos son [las] obras de tus manos. (Hebreos 1:10)

 

Esto no debe sorprendernos, ya que Cristo declara haber heredado el nombre de su Padre (Juan 17:11). Pregúntenle a un testigo de Jehová porqué no han hecho esto en su traducción bíblica. Usted encontrará que este texto siempre es pasado por alto por la Sociedad Watchtower. ¿Por qué será?.